miércoles, 1 de septiembre de 2010

Memento Mori

Aquí dejo un extracto del relato "Memento Mori" (Recuerda que eres mortal) de Jonathan Nolan, en el que se basó su hermano Christopher para  la peliculaza "Memento".
Me impactó, me cautivó....me recreó en mi propia búsqueda personal....y hubo una frase con la que mis sentidos se quedaron en stand-by: "Quizás haya hecho esto antes, quizá haya quemado miles de cosas tuyas,...no me acuerdo de olvidarte".




"Tu mujer solía decir siempre que llegarías tarde a tu propio funeral. ¿Lo recuerdas? Su pequeña broma a tu costa, porque ibas dejado, siempre tarde, siempre olvidando cosas, incluso antes del incidente.

Justo ahora te estas preguntando si llegaste tarde al suyo.

Estuviste, puedes estar seguro. Al menos eso muestra la fotografía que tienes clavada en la pared de tu puerta. No es normal hacer fotografías en un funeral, pero alguien, tus médicos supongo, sabían que no lo recordarías. Aumentaron el tamaño y la belleza de la fotografía y la dejaron ahí, lo que te obligaba a verla cada vez que te levantabas para ir a buscarla.

¿El tío de la fotografía, el de las flores? Eres tú. ¿Y qué estás haciendo? Estás leyendo la lápida, intentando averiguar de quien es el funeral en el que estás, lo mismo que estás leyendo ahora, intentas averiguar por qué alguien dejaría una fotografía al lado de tu puerta.

Ella se ha ido, se ha ido para siempre, y debes estar pasándolo realmente mal, escuchando la noticia. Créeme, se como te sientes. Seguramente seas un desastre. Pero date cinco minutos, puede que diez. Tal vez una media hora entera antes de que olvides.

Pero siempre olvidas, te lo garantizo. En unos pocos minutos te iras derecho a la puerta, buscándola otra vez, viniéndote abajo cuando encuentres la fotografía. ¿Cuántas veces tienes que escuchar la noticia antes de que alguna otra parte de tu cuerpo, otra que no sea tu atrofiado cerebro, comience a recordad?

El dolor nunca acaba, la ira nunca acaba. Inútil, sin sentido. Puede que no entiendas lo que ocurre. Tampoco puedo decir que realmente lo entienda. Amnesia anterógrada. Eso es lo que dice tu ficha. Enfermedad por la que no recuerdas nada. Tu conjetura es tan buena como la mía.

Quizás no puedas entender que te ocurrió. Pero ¿recuerdas que le ocurrió a ella, o no? Los médicos no quieren hablar de ello. No quieren responder a mis preguntas. No creen que sea bueno para una persona en tu situación oír hablar de esas cosas. Pero ¿recuerdas lo suficiente, o no? Recuerdas su cara.

Es por eso que te escribo. Tal vez sea inútil. No se cuantas veces tendrás que leer esto antes de escucharme. Ni siquiera se cuanto tiempo llevas encerrado ya en esa habitación. Tampoco tu. Pero la ventaja en el olvido, es que olvidarás escribirte a ti mismo como una causa perdida.

Tarde o temprano querrás hacer algo al respecto. Y cuando lo hagas, vas a tener que confiar en mi, porque soy el único que puede ayudarte.


EARL ABRE UN OJO seguido del otro encontrándose un largo techo de baldosas blancas interrumpido por un cartel hecho a mano colocado justo encima de su cabeza lo suficientemente grande para leerlo desde la cama. En algún lugar, un reloj despertador está sonando. Lee el cartel, parpadea, lee de nuevo, y a continuación echa un vistazo a la habitación.

Es una habitación blanca, en su mayor parte, desde las paredes y cortinas, hasta los muebles y la colcha. El reloj despertador está sonando en la mesa blanca, debajo de la ventana con cortinas blancas. A estas alturas Earl se percata, probablemente, de que está tumbado encima de su edredón blanco. Viste bata y zapatillas. 

Se tumba y vuelve a leer el cartel colocado en el techo. Dice, en desalentadoras mayúsculas: 
ESTA ES TU HABITACIÓN. ESTA ES LA HABITACIÓN DE UN HOSPITAL. AQUÍ ES DONDE AHORA VIVES.

Earl se levanta y mira a su alrededor. La habitación es grande para un linóleo hospital vacío que desde la cama se extiende en tres direcciones. Dos puertas y una ventana. La vista no ayuda mucho, aún con el grupo de árboles inmaculadamente cuidados en el centro del césped que termina en una franja de asfalto de dos carriles. Los árboles, a excepción de los de hoja perenne, se despojan de sus hojas a principios de la primavera, o a finales del otoño, una cosa u otra.

Cada centímetro de la mesa está cubierto por notas; cuadernos; listas, pulcramente escritas; libros de texto de psicología; fotos enmarcadas. Encima de todo este desorden, un crucigrama a medio hacer. El reloj despertador está sobre una pila de periódicos doblados. Earl para el despertador y coge un cigarro del paquete que hay junto a la manga de su bata. Busca una cerilla en los vacíos bolsillos de su pijama. Hojea entre los papeles de su mesa, mira rapidamente en los cajones. Finalmente encuentra una caja de fósforos de cocina pegado a la pared junto a la ventana. Hay otro cartel pegado en la pared, justo encima de la caja. Dice en chillonas letras amarillas, ¿CIGARRILLO? PRUEBA A ENCENDER PRIMERO UNO, IMBÉCIL. 

Earl se ríe del cartel, enciende su cigarrillo, y le pega una larga calada. Pegada a la pared que tiene justo en frente hay más papeles con un membrete 
TU HORARIO. 

Cada hora está trazada en bloques. De 10:00 p.m. a 8:00 a.m. está etiquetado como
 HORA DE DORMIR. Earl comprueba el reloj despertador: 8:15. Habida cuenta de la luz exterior, debe ser de la mañana. Comprueba su reloj: 10:30. Se lo acerca a la oreja y escucha. Le da un o dos vueltas a la manivela para que coincida con la hora del reloj despertador. 

De acuerdo con el horario, el bloque entero de las 8.00 a 8.30 está etiquetado como 
LIMPIAR TUS DIENTES. Se vuelve a reír y se dirige hasta el baño.

La ventana del baño está abierta. Mientras agita los brazos para mantenerse caliente, se percata de la presencia de un cenicero en el alféizar. Hay un cigarrillo en el borde del cenicero ardiendo de manera constante a través de un largo dedo de ceniza. Frunce el ceño, apaga la vieja colilla y la remplaza por una nueva. 

Una mancha blanca en el cepillo muestra que ya ha tratado con la pasta de dientes. El grifo es el típico de apretar para que salga una cantidad determinada de agua. Earl se pasa el cepillo por la mejilla y lo lleva hacia delante y hacia atrás mientras abre el armario de las medicinas. Los estantes están repletos de una gran cantidad de paquetes de un solo uso de vitaminas, aspirinas, antidiuritéticos. El enjuague bucal, un pequeño vaso de plástico sellado con líquido azul, también es de un solo uso. Unicamente las pasta de dientes es tamaño normal. Escupe la pasta y la remplaza por enjuague bucal. Al dejar el cepillo de dientes junto a la pasta, ve un aplastado pequeño pedazo de papel entre el respaldo de vidrio y acero del estante del armario de las medicinas. Escupe el espumoso liquido azul en el fregadero y aprieta el grifo en busca de un poco más de agua para enjuagarse la boca. Cierra el armario de las medicinas y le sonríe al reflejo del espejo.
 

"¿Quién necesita media hora para cepillarse los dientes?"
 

El papel ha sido plegado a un tamaño minúsculo, con la precisión propia de una nota de amor de sexto de primaria. Earl lo despliega y extiende sobre el espejo. Dice:
 
SÍ TODAVÍA PUEDES LEER ESTO, ES QUE ERES UN PUTO COBARDE. 

Earl mira el papel detenidamente sin llegar a comprender. A continuación lo lee de nuevo. Le da la vuelta. En el reverso dice:
 
P.D.: DESPUÉS DE LEER ESTO, ESCÓNDELO DE NUEVO. 

Lee nuevamente ambos lados, después vuelve a doblar la nota a su tamaño original y la mete debajo de la pasta de dientes.
 

Tal vez entonces note la cicatriz. Nace justo debajo de la oreja, irregular y espesa, y desaparece bruscamente en la línea del pelo. Gira la cabeza y mira con el rabillo del ojo para seguir el recorrido de la cicatriz. Lo traza con la punta del dedo, y entonces recuerda el cigarrillo ardiendo en el cenicero. Un pensamiento se apodera de él y sale fuera del baño.




Agarra con una mano el picaporte de la puerta de su cuarto. Hay dos fotografías pegadas en ella. La atención de Earl pasa a la primera de la resonancia magnética, un brillante marco negro con cuatro recuadros del cráneo de alguien. Escrito en el recuadro pone, TU CEREBRO. La mira fijamente. Círculos concéntricos de diferentes colores. Puede distinguir las enormes órbitas de sus ojos y, detrás de estos, los lóbulos gemelos de su cerebro. Suaves arrugas, círculos, semicírculos. Pero allí mismo, en mitad de su cabeza, marcado con un circulo, un túnel que nace en la parte posterior de su cuello, como un gusano en un albaricoque, es algo diferente. Deformado, roto, pero inconfundible. Una mancha oscura con forma de flor, allí mismo, en mitad de su cerebro. 

Se inclina para mirar la otra fotografía. Es la de un hombre que sostiene un ramo de flores, de pie sobre una tumba fresca. El hombre está inclinado leyendo la lápida. Durante un momento, esto una sala de espejos o el principio de un boceto de lo infinito: el hombre se inclinó más, mirando al hombre más pequeño, se inclinó, para leer la lápida. Earl mira la fotografía durante un buen rato. Puede que comience a llorar. Puede que se quede en silencio mirando fijamente la foto. Finalmente vuelve a la cama, se deja caer, cierra sus ojos e intenta dormir.
 

El cigarrillo ardiendo sin parar en el baño. El reloj cuenta hasta diez y vuelve a sonar. 


Earl abre un ojo seguido del otro encontrándose un largo techo de baldosas blancas interrumpido por un cartel hecho a mano colocado justo encima de su cabeza lo suficientemente grande para leerlo desde la cama.

Nunca volverás a tener una vida normal. Has de saberlo. ¿Cómo poder tener novia si no recuerdas como se llama? No podrás tener hijos, no a menos que quieras que crezcan con un padre que es incapaz de reconocerlos. Seguro que no podrías conseguir trabajo. No hay muchas profesiones que valoren el olvido. Puede que la prostitución. La política seguro.

No. Tu vida ha terminado. Eres hombre muerto.Lo único que los médicos esperan es que no te conviertas en una carga, al menos para los presentes. Y seguramente nunca te dejarán volver a casa, donde quiera que esté.

Por lo que la cuestión no es "ser o no ser", porque tú no eres. La cuestión es si quieres hacer algo al respecto. Si la venganza es para ti.

La mayoría de la gente lo hace. Durante algunas semanas, se planea, se trama, se toman medidas para la venganza. Pero el paso del tiempo es todo lo que necesita ese impulso inicial para erosionar. El tiempo es oro, ¿no es al menos eso lo que dicen? Y tarde o temprano el tiempo nos convence a la mayoría de nosotros de que el perdón es una virtud. Convenientemente, a cierta distancia la cobardía y el perdón parecen idénticas. El tiempo te roba el valor.

En el caso de que el tiempo y el miedo no sean suficientes para disuadir a la gente de su venganza, siempre habrá alguna autoridad, agitando suavemente su cabeza y diciendo: Te entendemos, pero tú eres mejor persona. Estás por encima, no te rebajes a su nivel. Y además añaden: Si haces alguna tontería, te encerramos en un agujero.

Pero ellos ya lo han hecho, ¿o no? Solo que ellos no han puesto mucho cuidado, ya que te toman por un lisiado. Un cadáver. Un vegetal que no se acordaría de comer o hacer una mierda si no hubiese alguien allí para recordártelo.

Y en cuánto al paso del tiempo, bueno, eso ya no te afecta, ¿no? Unicamente los diez mismos minutos de siempre, una vez, y otra. Así que, ¿cómo perdonar que no te acuerdes de olvidar?

Eres seguramente del tipo de dejarlo ir, ¿no? Antes al menos. Pero ya no eres el que solías ser. Ni siquiera la mitad. Eres una fracción; el hombre de los diez minutos.

Por supuesto, la debilidad es fuerte. Es el impulso primario. Probablemente prefieras quedarte sentado en tu cuarto llorando. Vivir en tu finita colección de recuerdos, puliendo cada uno. La mitad de un vida tras un cristal y cubierta con cartón como si de una colección de insectos exóticos se tratase. ¿Te gustaría vivir tras ese cristal, no? Conservado en gelatina.

Te gustaría pero no puedes, ¿verdad? No puedes debido a la última adicción de tu colección. Lo último que recuerdas. Su rostro. Su rostro y tu mujer pidiéndote ayuda con la mirada.

Y tal vez sea aquí donde te retires cuando haya terminado. A tu pequeña colección. Se pueden bloquear con una copia de seguridad en otra habitación y puedes vivir el resto de tu días en el pasado. Pero solo si tienes un pequeño trozo de papel en tus manos que diga que lo tienes.

Sabes que tengo razón. Sabes que hay mucho por hacer. Puede parecer imposible, pero estoy seguro de que si cada uno cumple con su parte, lo conseguiremos. Pero no tenemos mucho tiempo. De hecho, solo tienes diez minutos. Esto empieza de nuevo. Por lo que haz algo con el tiempo que tienes."








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